martes, 17 de junio de 2008

¡Qué a gusto estoy!

Ay, qué paz, qué descanso, qué olor a sano a limpio, qué soledad tan rica… Qué bien se está en este camping tan increíble al que llegamos ayer de casualidad, y se podría decir que a saltitos, ya que acabamos aquí en busca de los wallabies, los hermanos pequeños de los canguros.

Los wallabies aquí están encantados de la vida con nosotros, los turistas, que les llenamos la panza a base de bolsitas de comida que nos vende la señora yugoslava que atiende la recepción de este parque.

El paseo por entre los enormes bolos de granito y con vistas al bush o sabana australiana fenomenal, siempre acompañadas de los animalitos saltarines esperando a que sacáramos del bolsillo más golosinas para ellos.

Repetimos noche en el camping del parque, se estaba tan bien, pero tan bien… Por la mañana fui a correr acompañada de una habitante permanente del lugar, una tranquila perra de color marrón a la que no le gusta que la agobien, pero siempre quiere estar a una distancia no demasiado grande para sentirse acompañada y cuando la miras piensas que si ella está tranquila y tan segura de estar dónde más le gusta es porque todo el universo está en armonía y nada malo ocurrirá… Así que para qué moverse de allí.

El segundo día fuimos a un humedal llamado Mareeba Wetlands en el que se supone que viven un gran número de cocodrilos de agua dulce. Al llegar, efectivamente da esa sensación, parece que de un momento a otro vas a sentir unos ojos saltones que te miran fijamente. Pero todo quedó en una ilusión visual. La encargada de la zona nos comentó que sólo hay una pareja de cocodrilos y que con mucha suerte se pueden ver en un rincón alejado el rato que se ponen a tomar el sol por las mañanas y que con los primeros visitantes de turno se escapan lejos del ir y venir de los humanos. De todos modos el camino hasta allí nos encantó, recordaba, en cierto modo, a algunas partes de África. Era una gran extensión llana, con enormes árboles diseminados entre la hierba amarilla que cubre el suelo… Espero que os lo podáis imaginar.

Al día siguiente nos levantamos prontito, recogimos bien nuestra particular casita-furgo y emprendimos camino al sur.



Cairns - alrededores

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