No nos parecieron nada del otro mundo, a excepción de la maravillosa playa de Whithaven, de arenas ondulantes y someras aguas azul turquesa, donde pudimos ver mantas-raya que escapaban velocísimas rozándonos los piesa un palmo de profundidad.
Tuvimos oportunidad de hacer snórkel (eso sí, provistas del correspondiente y poco glamuroso trajecito antipicaduras) y ver montones de pececillos de colores entre los alucinantes corales. Es todo un poema (a la par que bastante inquietante para alguien de tierra adentro) nadar con la nariz a pocos centímetros de formaciones coralinas de las más variadas formas y colores imaginables sabiendo que en cualquier momento puede aparecer un tiburón del arrecife, una manta gigante o cualquier otro bichejo ponzoñoso inesperado.
2008-06-22 Whitsunday Islands |
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