lunes, 8 de septiembre de 2008

Gracias Elisa

Todos los días me pregunto cómo he podido tener tanta suerte de haberte conocido. No sé cómo hacer,no sé cómo decirte para que llegue directo a tu mente y a tu piel que eres mi éxito más grande, mi decisión más acertada, y por supuesto, mi compañera ideal de viaje.

Me voy a permitir hacerlo desde aquí, desde nuestro blog, desde ese blog que tan primorosamente has cuidado y que será el mejor recuerdo que jamás haya tenido, no digo ya de un viaje, sino de una fase de mi vida. Nunca hubiera imaginado que pasaría tantos meses compartiendo tan minúscula cantidad de metros cuadrados con alguien y que de ahí resultara una unión aún más fuerte de la que ya existía.

Quiero que sepas que me ha encantado volar contigo en helicóptero, bucear de tu mano al lado de los tiburones y de tantas increibles criaturas acuáticas, ver tus cara de emoción frente a la mía cuando encontramos el primer ornitorrinco, gritar juntas desde el aire cuando aterrizamos en el glaciar, compartir almuerzo junto a nuestro amigo el carpintero, vigilarte desde tierra cuando volabas en ala delta y saber que cuando yo lo hice tú estabas en tierra esperándome para contarnos todo todo todo lo que habíamos sentido ahí arriba, revisar las fotos para elegir las más bonitas para subirlas al blog, pedir tu opinión cuando editaba los vídeos, y sobre todo lo que más he disfrutado ha sido poder dormir abrazada a ti todas las noches en tantos lugares distintos como lo hemos hecho.

Ha sido un privilegio y un honor poder contar con la mejor compañera de viaje que nunca hubiers podido soñar. Ahora sólo deseo que no te separes nunca de mí y que continúes estando a mi lado para que cada vez que gire la cabeza vea la ilusión y la
emoción personificada en tu cara.

Gracias por contar conmigo para todo. Gracias Elisa.

Ya sabes que te adoro.

domingo, 31 de agosto de 2008

The End

Este blog nació como libro de viaje, un recuerdo para nosotras. También quisimos compartirlo con vosotros porque nos pareció una manera práctica de teneros informados de nuestras andanzas y tranquilizar a los que os preocupais por la lejanía. Además nos ahorramos una pasta en teléfono y en postales, para qué mentir…je, je, je.

El caso es que para nosotras ha sido muy entretenido y se ha convertido en una interesante experiencia más del propio viaje. Hemos puesto mucha ilusión al seleccionar las fotos o al grabar y editar los vídeos, siempre pensando en cómo podríamos reflejar de la manera más fiel y palpable lo que veíamos y vivíamos cada día.

Gracias a todos los que nos habéis acompañado desde el otro lado de la pantalla en este maravilloso viaje, gracias especiales a los que con vuestros comentarios y correos nos habéis animado y servido de estímulo. Os hemos sentido a todos muy cerca y habéis contribuido a que la árdua tarea de poner en blanco y negro las experiencias de viaje en este blog haya sido una experiencia divertida y estimulante. Por eso queremos dedicaros estas páginas. Esperamos haber estado a la altura.

¡Hasta la próxima!

sábado, 30 de agosto de 2008

La llegada.

Ya estamos en el caluroso Madrid. ¡Por fin! Ya teníamos ganas de llegar. Se siente una rara después de tanto tiempo, pero a la vez todo sigue como antes, nada ha cambiado. Era ayer cuando nos despedíamos con el cuentakilómetros a cero, las mochilas cargadas de expectativas, la libreta de viaje reluciente… y ya han pasado seis meses, cada día intenso y repleto de novedades, la memoria de la cámara dada de sí de tanto trajín y los cordones de las botas deshilachados.

Las vecinas nos saludan cariñosamente, “¿vaya viaje, eh?, parecía que nunca ibais a volver…”

Qué rica la tortilluqui de patata; y el chorizo de verdad y la merluza y el melón…mmm


¡Y qué placer volver a dormir en mi cama!


La noche es calurosa y en el duermevela de la madrugada escucho el rumor del mar… es un sonido irregular, caprichoso, pero no hay duda, son las olas que restallan amplias y poderosas sobre la playa de dunas blancas, al cabo de un rato cambia el sonido y el envite de cada ola arrastra sonoramente piedras de la playa de guijarros, debe de haber acantilados cerca. El mar invade la glorieta de Quevedo. Estoy deseando que se haga de día para bajar a darme un chapuzón, ponerme la máscara de snorkel y ver qué clase de peces nadan entre estos corales madrileños; a lo mejor Susana encuentra a su tortu…

martes, 26 de agosto de 2008

El sudoeste. Olas transparentes.

La parte final del viaje la hemos dedicado al sudoeste de Australia, donde crecen algunos de los árboles más altos y más viejos del mundo. Desde el principio del viaje este era para mí uno de los momentos más esperados y, aunque ya el cansancio se nos había colado en la cámpervan como compañero de viaje hacía algunos días, tenía muchas ganas de ver este “rinconcillo” de Australia occidental.

Tras un fugaz fin de semana en Perth y una relajante visita a la ciudad-monasterio de Nueva Norcia, creada a finales del siglo XIX por un grupo de monjes españoles para acoger y educar a huérfanos aborígenes, pusimos de nuevo rumbo al sur.

Estos últimos 10 días de viaje han sido una sucesión de increíbles paisajes de costa y de bosque, probablemente los más bonitos que hemos disfrutado en Australia. No entendemos por qué otros lugares están tan promocionados y sin embargo de esta región nadie nos había hablado antes… sólo la conocen y disfrutan los afortunados habitantes de Perth.

La mayor parte de las playas entre los dos cabos (Cape Leewin y Cape Naturaliste) son territorio surfero y hemos pasado muchos ratos entretenidas mirando a los infatigables acróbatas sobre olas de azul transparente.

Quien puso nombre al color azul ultramar con toda seguridad no conoce esta costa, porque en ese caso lo habría llamado color Azul Índico. Es un mar muy salado, después de bañarte la piel queda recubierta por una costrita de sal, y en los días de tormenta o viento, el intenso color ultramar no se vuelve gris, como en otros mares, sino que se hace más profundo bajo los ribetes de plata que levanta el viento y se descompone en multitud de tonalidades verdosas según el tamaño de cada ola.

La transparencia del agua hace que se pueda ver el fondo desde la costa, a muchos metros de distancia y cuando se levantan las olas se puede ver a través de ellas, como si fuesen ventanales de cristal líquido. Como la arena es completamente blanca el resultado es un azul turquesa que ya quisiera ver en foto el mar Caribe.
A veces daban ganas de llorar por la belleza de los paisajes.

http://picasaweb.google.es/emorillo/SuroestePerth#

El sudoeste. Árboles gigantes.

sábado, 23 de agosto de 2008

¿Y la tortu?

¡Un momento! Yo tengo algo que decir también. Corroboro todo lo que ha contado Elisa, pero falta una cosa, para mí el momento más sublime de esta inolvidable excursión marítima.
Ya era la última parada de la tarde, y todo indicaba que iba a ser una inmersión más con el snorkel y la máscara para despedirnos de los coloridos peces y corales del lugar. Aún cansadas de tanta agua y de tantas emociones teníamos decidido participar en esta postrera estación.
A la zona también había llegado un grupito de bañistas remando sus canoas desde la costa, nos saludan y cruzan unas cuantas frases con nuestra guía. Yo, que no controlo muy bien el inglés, creo entender que hablan otra vez de tortugas y enseguida miro a Elisa para que me confirme que estoy en lo cierto. Y sí, le veo la cara de emoción y me dice que hay una tortuga y aquí sí que podemos ir a nadar con ellas. Uf, ya estábamos de los nervios, ¡venga rápido esas aletas y ese snorkel! ¡Ay madre cómo se vaya y no la podamos ver! En esto que la guía indica cuál es la mejor zona para ver peces y anuncia a todos que en aquel otro sitio parece que han visto una tortuga. Elisa y yo ya estamos preparadas para salir las primeras a encontrarnos con ella, no vaya a ser que con el mogollón que se le avecina se asuste y se nos escape.
¡Zas! al agua y a aletear como locas, pero ¿qué pasa? si sólo vamos nosotras dos y una inglesa que nos toma la delantera.
Y entonces, uf, allí estaba nadando, con suavidad, tan bonita, pero ¡tan bonita! Mmm, buceamos con ella, a su lado, daban ganas de abrazarla pero a la vez temíamos asustarla o molestarla.Si supieras con certeza que no le sienta mal te agarrarías de su mano e irías a recorrer con ella todo el océano.
La seguimos y lo mejor de eso es que parecía como si fuera nuestra cicerone particular y de esta forma visitamos recovecos del arrecife que de otra manera nunca los hubiéramos visto. Cuánto sentí no poder filmarla con mi cámara de vídeo para poder mirarla cuantas veces quiera cuando esté en España metida tierra adentro. He intentado grabar en mi memoria una perspectiva que espero no olvidar nunca, y es la vista de nuestra querida tortu desde atrás. Os juro que parecía que volaba, tranquila y segura en esa masa de agua transparente que parecía el cielo…
Me gustaría ser su amiga y que me contara sus cosas, que me dijera si es feliz en su vida tan distinta a la nuestra…Tal vez algún día me la vuelva a encontrar y podamos volar otra vez juntas por el agua, estoy segura de que la reconoceré.
Coral Bay

domingo, 10 de agosto de 2008

Coral Bay – Ningaloo Reef

Estoy ya lista, sentada en la popa con las aletas rozando el agua y las gafas puestas. El barco avanza despacio y el mar tiene un intenso y hermoso color azul verdoso que invita a saltar. Nos han dicho que tenemos que deslizarnos suavemente en el agua y nadar rápida pero silenciosamente hacia la guía que ya se encuentra en el agua localizando el punto exacto con el puño en alto. ¡¡Ya!! Me deslizo rápidamente y nado como una loca a la cabeza del grupo sin perder de vista el brazo de la guía, mientras escudriño ansiosamente la profundidad; el mar a mi alrededor ya no parece invitador, sino un poco tenebroso y el profundo color azul ha dejado paso a un gris empañado: o está muy profundo o hay poca visibilidad… De pronto veo una sombra ahí delante, no sé calcular la distancia porque no sé qué tamaño tiene, a pesar del sobresalto nado más rápido hacia ella y empiezo a distinguir mejor la silueta romboidal que se aleja aleteando suavemente por el fondo. ¡Una manta! Con el impulso he ido a situarme justo encima de ella y ahora consigo ver perfectamente, a pocos metros por debajo de mis aletas, el rombo de piel negra de unos 3 metros, la cola larga y fina, las rémoras que no se le despegan… de pronto la manta gira hacia arriba y hacia atrás describiendo un círculo sobre sí misma y me ofrece la visión de su tripa negra moteada de blanco. Pienso que es una maniobra para asustar a los mirones, porque impresiona bastante verla girar y mientras la ves acercarse piensas que como se le ocurra venir a saludar a la superficie ahí no hay donde esconderse; luego nos explican que es así como se alimentan y que es normal que roten de ese modo. Ya con más calma tras la primera emoción disfrutamos de unos minutos viendo a la manta revolverse gozosamente sin tener en cuenta al grupo de boyas coloridas y chapoteantes que formamos en la superficie por encima de ella.

Al poco rato la manta se aleja con su aleteo tranquilo y contoneante, desdibujándose poco a poco en el gris del fondo. Levanto la cabeza para localizar el barco y veo un pequeño revuelo en la superficie: eso es que hay ago más por debajo… enjuago las gafas y enseguida veo otra manta, ésta de tripa blanca con motas negras y un poco más grande que la anterior, que se nos acerca mientras come con su rotación característica. Tenemos tiempo de observarla a placer porque pasa un rato largo debajo de nosotros. La boca es enorme, abiertas las dos protuberancias que tiene a los lados para ensanchar la cavidad: ¡parece que te puede tragar entera! Se le pueden ver perfectamente por dentro las aberturas geométricas por las que filtra el agua, las mismas que se le ven por fuera; como un costillar pero al revés, de huecos. Si previamente no me hubiesen asegurado que son inofensivas y que en realidad tienen una garganta igual que la nuestra no estaría ahí tan tranquila de “miranda”… Es una delicia mirarlas y es en ese momento cuando sabes que merece la pena cruzar el mundo con todas las fatigas para pasar unos segundos admirando en primera persona el baile de las mantas.


Balena y tartaruga

Esto es como en los chistes: dos ingleses, dos franceses, dos alemanas, dos australianos, dos españolas, y cuatro italianos (abusones).

El barquito avanza por dentro de la “laguna” interior que forma la barrera de coral. Allá lejos las olas rompen contra la parte exterior del arrecife, pero por estribor se distingue todavía la playa de dunas blanquísimas. Alguien grita “¡una ballena!” No puede ser, ¿aquí dentro? ¡Pero si aún no nos hemos repuesto de la emoción de ver las mantas! Efectivamente, una ballena jorobada nos ronda. Al parecer quiere enseñarle el barco a su bebé de pocas semanas y sin darnos tiempo a coger las cámaras pasan los dos por debajo del casco tan campantes. Otra se les une y saca la cabeza berrugosa del agua para observarnos bien. ¿Seremos de confianza? Parece que sí, porque se entretienen jugando relajadamente, el ballenato mostrándonos la tripa blanca mientras chapotea en la cabeza de la madre panza arriba, agitando las aletas como si fuese una foca juguetona.
Vemos varias ballenas más dentro de la laguna y una salta a lo lejos, detrás del arrecife.

Navegamos por aguas verdes y turquesa, tan transparentes que podemos ver los corales en el fondo. Al cabo de un rato algunos corales empiezan a tener forma de tortuga y, lo más curioso, a salir a la superficie a respirar… ¡guarda, una tartaruga! grita Fabio ¡nos rodean las tortugas verdes! Estamos en un santuario de tortugas, a mi me tienen que amarrar para que no salte a verlas de cerca… no, no es para tanto, pero casi. Por aquí y por allá salen patosamente a la superficie, hay tantas que me da miedo que el barco vaya a chocar con alguna…


Tiburones en el arrecife

Ante la pregunta todos levantamos entusiasmados el brazo y procedemos a calzarnos ansiosamente las aletas. Pero la pregunta no es ¿quién quiere venir a merendar? No. La pregunta es ¿Quién quiere venir conmigo a buscar tiburones? Supongo que estas cosas fuera del contexto hacen dudar de que uno esté en su sano juicio, pero en ese momento ir a buscar tiburones (nadando) al otro lado del arrecife sonaba como un plan decididamente atractivo.

Nos lanzamos al agua con decisión y nadamos trabajosamente contracorriente a través de la estrecha abertura en el arrecife para salir a mar abierto. Yo iba siguiendo el aleteo de Susana y no escuché la musiquita de Spielberg en Tiburón (chan chan chan chan chan chan…) porque estaba demasiado ocupada tratando de ver por qué Susana me hacía señas y me agarraba frenéticamente del brazo: dos tiburones nadaban tan campantes a unos 3 ó 4 metros por debajo de nosotras. Eran tiburones de arrecife de punta negra, sorry, pero son inofensivos. Tanto misterio pá ná. Jajajajjaj. Cuando nos cansamos de mirarlos volvimos a través de la hendidura del coral y tras mirar un ratito al resto de la preciosa fauna local, subimos al barco para comentar la jugada emocionadas.

Ya de regreso enfilamos la proa a tierra y como despedida unos delfines hacen acrobacias y nos acompañan nadando como torpedos al lado del casco.

Un magnífico día en el mar. Posiblemente la mejor y más completa excursión que hemos tenido en todo el viaje.
NOTA: las imágenes de la manta y del tiburón no son nuestras, pero son las más parecidas que hemos encontrado a lo que realmente vimos.