Camino de la costa oeste hemos pasado por unos valles de fondo muy llano, enmoquetados de verde para que pasten los millones de vacas y ovejas, verdaderos habitantes de este país.
También hemos atravesado hileras de tiernos manzanos que, ayudados por alambres, cual parras, cargaban varias veces su propio peso en manzanas rojas, tan tentadoras que con sólo mirarlas crujen y te hacen insalivar.
Al borde del río Buller hemos hecho intento de picnic, aunque ha habido que abortar súbitamente debido al repentino y vorazmente despiadado ataque de las malditas “sandflies”, unas mosquitas “pequeñas pero matonas” que pican más que los mosquitos de Tikal. Menos mal que teníamos Relec a mano para combatir al feroz enjambre.
A la costa oeste (West Coast) le llaman la “Wet Coast” (costa húmeda) y a fe que ha hecho honor a su nombre en cuanto nos ha visto aparecer: más que lluvia, diluvio. A pesar del agua nos hemos acercado hasta la colonia de focas que hay en el cabo que el capitán Scott llamó Foulwind (aunque las pobres focas no huelen tan mal) allá por 1770. Montones de crías de pocos meses chapoteaban felices en las piscinas naturales que forma la roca, a salvo del fuerte oleaje. Una delicia verlo si no fuese porque el agua nos escurría por salva sea la parte…
De camino al coche unas gallináceas marrones nos han engañado haciéndose pasar ladinamente por kiwis (esta vez me refiero al pájaro emblema de NZ). Ahí va un vídeo.
Motueka a Westport |