jueves, 31 de julio de 2008

De nuevo en el outback.

Aquí estamos otra vez, con la furgo recorriendo la costa oeste.
Ahora mismo escribo frente al fuego de campamento, cansada después del día de hoy. Susana echa algunos troncos más para avivar la llama; alrededor, los eucaliptos y por encima, el negro más negro intercalado de estrellas. De cuando en cuando un road train pasa escandalosamente por la carretera con su feria de luces rojas como estela. Es el único ruido que perturba el crepitar de la hoguera. Estamos a muchos kilómetros de la ciudad más cercana.
Hemos estrenado nuestra nueva parrilla con un “sirloin steak”, riquísimo!! que hemos cenado acompañado de patatas asadas en las brasas; un poquito de vino…mmm, qué rico todo.
Susa lee a la luz de su linterna frontal mientras yo escribo. Me parece un lujo fuera de lugar esto de teclear en el portátil, a la luz de las llamas, en medio del outback australiano, pero es que nos hemos comprado un cargador para el portátil que se enchufa al mechero del coche y es mágico. ¿Cómo no se nos habrá ocurrido antes, (con lo listas que somos)??-
Gozamos de un poco de tranquillidad después del agitado día.
Esta mañana amanecimos bien temprano en una playa (más bien diría un pestilente amasijo de algas marrones de más de un metro de espesor) de Geraldton, la última ciudad digna de tal nombre en el resto del viaje, y antes de las 8:00 ya estábamos en camino, desayunadas y todo, hacia Kalbarri- Por el camino hemos parado para disfrutar de las enormes dunas y de los acantilados rojizos que bate el Índico furioso. Muy bonito, aunque ya empieza a fastidiar tanta parejita de jubilados con su caravana a cuestas… ¿qué pasa, que no tienen otro entretenimiento los jubilados de este país? Y dicen que esto es tranquilo…pfff!!! No hay forma de darles esquinazo, aparecen en cualquier rincón...

Kalbarri debe de ser una de las mecas de los jubilados de la caravana que se entretienen dando la vuelta a Australia, porque hay varios caravan Parks plagados de ellos. Aunque es un sitio bonito, una bahía natural resguardada detrás de las playas y dunas de arena blanquísima, pierde todo su encanto (al menos para nosotras) por la multitud de casitas rodantes que atiborran los campings. Decidimos seguir hasta encontrar un lugar más solitario donde acampar. Y vaya si lo encontramos: a menos de dos horas de carretera nos adentramos en un bosque de eucaliptos, algunas huellas de coches nos indican que no hay problema para entrar por los caminos con nuestra campervan… chan chan chan… pero nadie contaba con que lleva varios días sin parar de llover… y de pronto la sutil capa de arena cede a la subyacente de arcilla húmeda… y hasta ahí llegó nuestra campervan!. ¡Oh, no! ¡otra vez empantanadas! Menos mal que aún faltaban dos horas para el anochecer y que la carretera no estaba lejos en caso de emergencia. Manos a la obra, tardamos un buen rato en sacar la camper del atolladero, pero es que ya vamos siendo expertas en estas lides y además no faltaba material en los alrededores: hemos pelado cien metros a la redonda de vegetación para hacer un camino de ramas y hemos escarbado la arena de debajo de de las ruedas con las manos, pero al final hemos conseguido salir del apuro. La próxima camper que nos la den equipadita con palas y rejillas, por favor.

Costa Oeste

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola chicas, ya hacía mucho que no entraba en el blog.
una pregunta, Susana: ¿Qué coño haces colgada boca-abajo de las ramas de un árbol? Mira que te dije que no hicieras bobadas, a ver si te vas a caer... ¡Y qué morena estás!

DAVID