viernes, 11 de julio de 2008

Carnarvon Gorge

3 días de implacable conducción hacia el este a lo largo de la Capricorn highway, que sigue en paralelo la línea del trópico de capricornio, nos separaban de la capital del estado.
Por el camino hicimos un par de interesantes paradas; una en Longreach para ver el Stockman Hall of Fame, algo así como el museo de enaltecimiento del vaquero pionero, inaugurado en 2002 con gran fanfarria para atraer a miles de visitantes (blancos) nostálgicos de los “buenos viejos tiempos” y donde se cantan alabanzas a los primeros colonos (blancos) y queda constancia de la dureza de la vida de campo (de los blancos) hasta hace bien pocos años. Es cuando menos curioso observar que de la primera sala, donde se cuenta la historia geológica del continente desde hace cientos de miles de años, se pasa casi sin transición a la segunda sala en la que se habla de los exploradores blancos del siglo XIX. Mmmmm ¿no había nada ni nadie antes? El caso es que a mi me suena algo de unos aborigencillos que llevan por aquí unos 60.000 años…bah, no tendrá importancia.

La segunda parada fue en Carnarvon Gorge, una garganta cavada en caliza con sorprendente y lustrosa vegetación (hay incluso bosquecillos de helechos gigantes muy primitivos), en la que algunas familias de aborígenes pasaban temporadas. O algo. Porque como no dejaban rastro, pues nadie sabe ni cuántos eran, ni cuándo venían, ni qué hacían ahí. Todo son conjeturas. Lo que sí dejaron en algunos abrigos rocosos fue la silueta de sus manos y de sus boomerangs y hachas de piedra, utilizando la misma técnica que los habitantes prehistóricos del Mediterráneo, es decir, soplando una pintura contra la pared por encima de estos instrumentos.
Carnarvon Gorge

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