miércoles, 23 de julio de 2008

Perth

Ayer llegamos a Perth, la ciudad más alejada de la civilización, la más remota que existe. 6 horas en avión desde Brisbane. Al este y al norte, miles de kilómetros de desierto. Al oeste y al sur, miles de kilómetros de océano Índico.
En los folletos turísticos recomiendan con total naturalidad lugares que están en un radio de 500 km., eso sí, te advierten de que no te confíes con el tamaño del mapa, porque algunos otros están a más de 2.000 y hará falta madrugar un poquito y hacer un bocata más grande para llegar hasta allí…
Con una superficie de más de dos millones y medio de km. cuadrados (suficientes para meter holgadamente 5 Españas y olé) la población es de apenas 2 millones (sin contar los canguros ni las ovejas, claro), de los cuales el 75% viven en la capital. Eso es un decir, claro, porque capital, capital, lo que se dice capital… esto es más bien un desparrame de casitas unifamiliares y parques de primoroso césped que se extiende sin fin en torno a unos cuantos rascacielos alineados entre el río y unas pocas calles rectas y desabridas que llaman centro.
Así a primera vista Perth no nos ha parecido muy atractiva, la verdad. Ordenadita sí, y amplia. Muy amplia. Entras al centro financiero sin darte cuenta, sin transición desde los parques enormes, estabas en el aeropuerto y de pronto ¡zas! ya estás entre rascacielos y cuidadito porque en un santiamén te presentas de nuevo al otro lado del río rodeada de atléticos deportistas haciendo ejercicio en el parque. A pesar de ser un martes en hora punta había tan poco tráfico que parecía domingo a la hora de la siesta.

Es cuando llegas a Kings Park, el precioso jardín botánico de la ciudad que domina el recodo del impresionante río cuajado de veleros, cuando este cascarón vacío de fachadas asépticas, tipo decorado de película, donde no hablas muy alto y pisas con cuidado por si los cristales de las fachadas hacen eco, de pronto se vuelve princesa y brilla en todo su esplendor: la vista es magnífica, un impresionante contraste entre la paz del río y los parques y la frialdad de los espejos.

Tras una rápida exploración decidimos que la urbe no está hecha para nosotras y tomamos rumbo a la playa de Sorrento. Aquí nos quedaremos el resto de la semana reposando sosegadamente frente a la chimenea y tomando fuerzas para la siguiente etapa del viaje.

Acuario Perth

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy bonito