Tras un fugaz fin de semana en Perth y una relajante visita a la ciudad-monasterio de Nueva Norcia, creada a finales del siglo XIX por un grupo de monjes españoles para acoger y educar a huérfanos aborígenes, pusimos de nuevo rumbo al sur.
Estos últimos 10 días de viaje han sido una sucesión de increíbles paisajes de costa y de bosque, probablemente los más bonitos que hemos disfrutado en Australia. No entendemos por qué otros lugares están tan promocionados y sin embargo de esta región nadie nos había hablado antes… sólo la conocen y disfrutan los afortunados habitantes de Perth.
Quien puso nombre al color azul ultramar con toda seguridad no conoce esta costa, porque en ese caso lo habría llamado color Azul Índico. Es un mar muy salado, después de bañarte la piel queda recubierta por una costrita de sal, y en los días de tormenta o viento, el intenso color ultramar no se vuelve gris, como en otros mares, sino que se hace más profundo bajo los ribetes de plata que levanta el viento y se descompone en multitud de tonalidades verdosas según el tamaño de cada ola.
La transparencia del agua hace que se pueda ver el fondo desde la costa, a muchos metros de distancia y cuando se levantan las olas se puede ver a través de ellas, como si fuesen ventanales de cristal líquido. Como la arena es completamente blanca el resultado es un azul turquesa que ya quisiera ver en foto el mar Caribe.
A veces daban ganas de llorar por la belleza de los paisajes.
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