jueves, 22 de mayo de 2008

¡Por fin la Isla Norte!

Por fin cruzamos el estrecho de Cook y llegamos a la isla norte, ¡parecía una quimera lo de llegar hasta aquí!. Wellington, la capital de NZ, nos recibe coqueta y bulliciosa a la hora de la salida del trabajo. Nos gusta el ambiente que se respira aquí; a pesar del reducido tamaño (es sólo la tercera ciudad de NZ por población) parece cosmopolita y “enrollada”, lo que choca con la cantidad de parques y árboles, colinas e interminables paseos marítimos que la rodean.
En el Te Papa (el museo nacional por excelencia) aprendemos que NZ está justamente en uno de los bordes de la placa pacífica, que aquí se subduce bajo la australiana provocando una intensa actividad sísmica y volcánica- Entramos en un simulador de terremotos y se nos pone la carne de gallina.
También nos resulta curiosa la sección donde cuentan las experiencias de los inmigrantes europeos a la isla. Es un país tan diferente al nuestro…lo que más nos gusta en los museos es ver los aparatos de esa época que en España “nos hemos saltado”: las primeras lavadoras y aspiradoras, los cortacéspedes antiquísimos, las neveras enormes, las primeras motos, los coches y las caravanas… en resumen el estilo de vida despreocupado y alegre de los años 50, cuando en España seguíamos todavía a oscuras.

Un poco aturdidas por la capital, al cabo de un par de días echamos de menos la llamada de la selva y ponemos la camper rumbo a la costa. Pronto descubrimos una playa enorme y solitaria, Otaki Beach, ribeteada de casitas de veraneo cerradas a cal y canto. ¡Aquí sí! aparcamos nuestra casita rodante entre las dunas, sacamos nuestras sillas de picnic y nos disponemos a ver la puesta de sol sobre el mar de Tasman en Technicolor con una cervecita y unas almendritas.

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