jueves, 22 de mayo de 2008

Despedida de ChCh

Hemos pasado tanto tiempo en ChCh que resulta difícil despedirse, nos parece mentira que vayamos a seguir viaje y dejar esta ciudad encantadora que durante varias semanas ha sido nuestra casa. Nos vamos con la sensación de no haberle dedicado tiempo como turistas… tal vez tendremos que volver en un futuro.
En nuestro último fin de semana nos acercamos al puerto de Lyttelton a cenar y descubrimos un pueblito vibrante, lleno de rincones coquetos, incluso encontramos una tienda orgánica donde podemos comprar nuestras vulgares (aunque largamente ansiadas) lentejas!!! –menudo banquete el sábado, je je je-

El sábado, a pesar del buen día que hace, haraganeamos en la casa con la excusa del equipaje…lo que pasa es que nos da pereza emprender la marcha.

Hoy es el 65 cumpleaños de Roz, la madre de Nicky y Jo y estamos invitadas a compartir la cena con la familia y amigos. De camino al restaurante tenemos la desgracia de conocer a los vándalos locales, que chocan contra nuestra furgo a demasiada velocidad. A pesar del ruido del golpe a nosotras no nos pasa nada, ni a nuestra furgo tampoco; eso sí, el lateral de su coche está todo hundido. Mientras nos apartamos del cruce para ver qué ha ocurrido, más chirriar de neumáticos… los vándalos furiosos nos persiguen y salen del coche vociferando y amenazándonos, menos mal que Graham lo ha visto todo y para detrás de nosotras para llamar a la policía. ¡Uy! Con el lío del equipaje ninguna llevamos la documentación encima!!!
Tardan poco en llegar, toman los datos, escuchan las versiones, revisan las huellas de la frenada y finalmente nos dicen que no nos preocupemos, que ha sido culpa de ellos.
Lo más curioso del asunto: aunque al conductor vándalo le piden el carné y le hacen la prueba del alcoholemia, a Susana no le piden la documentación ni le hacen ninguna prueba… ¡¡definitivamente debemos tener cara de buenas personas!! Nuestros amigos kiwis no dan crédito, ya que conducir sin documentación (igual que en España) es multa inmediata. Tras casi dos horas de retraso llegamos al restaurante y por fin podemos compartir el resto de la noche con la familia Fife. Curiosamente, el dueño del restaurante conocía muy bien España porque la había recorrido en bici en el año 70!! Por supuesto, las anécdotas que nos contaba nos sonaban a chino… ese país no lo hemos conocido nosotras.

El domingo madrugamos, prisas, maletas, camper a punto y nos vamos a pasar el día en la granja: 550 has. de colinas verdes forradas de ovejas y vacas (con sus correspondientes plastas frescas que pisamos puntualmente) y hermosas vistas. Bill y Trina viven en la casa de los sueños de cualquiera, con un espléndido porche de madera desde el que se ve toda la granja y al fondo el océano.
Por la tarde vamos a merendar a una bodega –winery- típica de la región (está muy de moda aquí y las bodegas son preciosas, aunque las frecuenta un personal bastante pijo). Allí nos encontramos con Al (el carpintero) y Megan, su novia, majísima, nos encantó conocerla. Se sabía al dedillo todas las pelis de Almodóvar!!
Con muchísima pena nos despedimos de ellos y de Jo y buscamos lugar de acampada al borde de un río: exactamente el mismo sitio donde dos meses atrás hicimos nuestra primera parada en el primer viaje por la isla sur.

Al día siguiente, a pesar de la helada matutina, hace un día hermoso para viajar. La silueta de los Alpes (sí, son poco originales dando nombres, hay que reconocerlo) nevados se perfila sobre el azul como si alguien hubiese recortado y pegado las montañas encima del cielo, repasando el borde con un rotulador.
Rememoramos nuestro primer viaje y volvemos a parar en los mismos lugares para despedirnos también de las focas y los viñedos, en estas fechas ya de color naranja. Llegamos a Picton con la hora justa para embarcar en el ferry.

Despedida de ChCh

1 comentario:

Unknown dijo...

Menudo cague lo de las amenazas de los indígenas, me he sentido transportada a un ambiente tipo Fargo... aunque la perspectiva de estar indocumentadas a la llegada de la policía tampoco suena nada bien. Menos mal que fue a la ida y no a la vuelta de la cena, porque ya lo que os faltaba encima es haber dado positivo en un control de alcoholemia!