sábado, 12 de abril de 2008

Dunedin - Otago

Henos aquí, desoladas por no poder ofreceros las preciosas fotos de la península de Otago. Por un lado hay fotos que nunca fueron hechas: las de las increíbles pendientes pastoriles que se ven desde la carretera que serpentea por la cresta de la península, praderas cónicas, en ángulos inverosímiles, que terminan muy abajo, en playas o acantilados donde anidan pingüinos y baten las olas. La luz del atardecer en esos valles es algo digno de ver, si es que se encuentra un metro cuadrado donde ponerse en pie... la carretera es tan estrecha que necesitábamos todos nuestros sentidos sobre ella y poca atención pudimos prestar a los paisajes. Cuánto menos sacar fotos!!! tarea imposible.
Por otro lado tampoco hemos tenido suerte con los albatros, hacía un día demasiado tranquilo y soleado para que las majestuosas aves marinas (miden unos 3 metros de envergadura) hiciesen aparición. Eso sí en el museo hemos podido posar al lado de dos ejemplares disecados, Susana con un esponjoso "polluelo" (no creo que hubiese podido sostenerlo en brazos porque es del tamaño de una oveja pequeña) y yo bajo un adulto "en pleno vuelo". También hemos hecho el indio tiradas por el suelo metiendo la cabeza en las fauces de un extinguido cocodrilo.
Pero para colmo de males he perdido (no sé, no sé... estos neozelandeses parecían más de fiar...¿?) mi cámara con estas pocas fotos, además de unas fotos en primicia de la ducha campestre de ayer debajo de un árbol. Una pena! (os vais a perder nuestros cuerpos salerosos, je je)
Os ofrecemos de momento una panorámica de unos prados con tantas ovejas como yo no he visto jamás.
Y seguimos camino, que ya está atardeciendo y tenemos que buscar campamento para hoy.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Vais a volver, en algún momento, a la iglesia de Cristo, digo a ChCh?

La de siempre...Susana.

Elisa dijo...

Sí, claro. Volveremos dentro de una semana, tenemos allí gran parte de nuestra intendencia...


Un beso, cuídate