Al día siguiente llegamos a Monkey Mia, el caravan park donde nos recibe “miss simpatía” está atiborrado; nos cuesta tomar la decisión de quedarnos después de haber pasado las últimas noches a la luz de la fogata en la intimidad de la luna nueva. Pero definitivamente necesitamos una ducha y una lavadora, elementos comúnmente infravalorados en la civilización pero que producen gran alegría cuando llevas sin verlos una semana. El sitio se redimió inmediatamente cuando por la mañana fuimos a la playa y nos encontramos a un grupo de delfines jugando a escasos metros de la orilla. Un rato más tarde incluso conseguimos darles un pescadito en la boca y nos fuimos tan contentas.
Coral Coast y Monkey Mia |
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